jueves, 4 de julio de 2013

asiento dedicado a la exospección literaria

Volvía tranquilo de las cuadras, cruzando la era agrietada debido a la sequía de aquel año. Habían sido muchas horas de arduo trabajo y ahora que el sol caía no merecía la pena apresurarse; de hecho, allí nunca merecía la pena apresurarse.
Entró en el comedor y los huevos fritos recién preparados perecían sobre aquel hule color marrón. Tras comer, se enjuagó la boca con vino y salió a regar el vergel de alrededor. Después, se sentó en el bordillo y provocó una larga espera mientras rellenaba sus viejos pulmones con el olor de aquél frescor.
Sereno, subió las escaleras de madera, entró en la habitación y le acarició el pelo durante un largo rato, disfrutando de aquella aparente seda. Al despertarse, él le ofreció su áspera mano y ella, adormecida, confiada y descalza bajó las escaleras de la casa hasta llegar al garaje. No hubo ni un atisbo de conjetura por su parte, quizás porque el sueño aún dominaba a la pequeña. La sentó en la silla de mimbre y madera y muy lentamente le fue colocando la cuerda gris, recia y tosca alrededor del cuello. Dejó uno de los extremos colgando por su pecho, después dio la primera vuelta, apretó ligeramente y al llegar a la nuca le levantó la melena rubia y siguió enroscando. En la siguiente vuelta, se aseguro de que no hubiese ningún espacio respecto a la vuelta anterior, y repitió el ritual, apretó ligeramente y al llegar a la nuca le levantó de nuevo la melena rubia. Pese a que el cuello de la pequeña era tierno y fino, ya no hubo espacio para una tercera vuelta, así que al llegar a la altura de la oreja derecha, sin armarse de valor, porque no lo necesitaba, dio el apretón final, rompiendo así su virgen cuello e inundando la sala de aquella melodía escalofriante compuesta por un sinfín de huesos quebrados.

jueves, 22 de marzo de 2012

Reiteraciones

Y como siembre la abruma esa imagen de un boli BIC de tinta azul rayando con fuerza una hoja de papel cuadriculado hasta que ésta se rompe.

Y despertarse. Y darse cuenta de que te has despertado en el sueño pero no del sueño. Y el sufrimiento ahí sigue, persistente, arduo, hostil, impasible. Por fin lo consigues, sales de esa horrible realidad paralela. Por unos instantes no recuerdas nada, estás desorientada, pero poco tardan esos abruptos sentimientos en invadirte otra vez.

Y de nuevo, otra vez la abruma esa imagen de un boli BIC de tinta azul rayando con fuerza una hoja de papel cuadriculado hasta que ésta se rompe.  

jueves, 15 de marzo de 2012

El arcoíris roto


Una tarde húmeda en la época de esquila,
Vi una cosa un tanto inaudita  
Una rayo de arcoíris con luz temblorosa
Tras la lluvia;
¡Y pensé en la última mirada que me diste,
Antes de morir!

No había ningún olor en el nido de la alondra
Esa noche, en el mío tampoco;
Pero no he dejado de pensar en esa insensata luz
Desde entonces;
Y creo que al menos sé
Lo que tu mirada quería decir.


                                Por Hugh MacDiarmid
                                Traducción Sara Garcia 

sábado, 10 de marzo de 2012

Delirios

He vuelto de Francia y voy a visitar a mis abuelos. Entro, cojo el ascensor y pico a la A de ático. Entro en casa y allí, alrededor de la mesa redonda que solían tener justo al lado del sofá, está yaya, yayo, mamá y papá. Me siento mientras todos envueltos en sonrisas empezamos a tomar café. Me preguntan por mi año en Francia, por mis experiencias y por la gente que allí he conocido. Yo, muy emocionada, empiezo a explicarles todas mis aventuras. De repente, en el medio de uno de mis relatos, me doy cuenta de que Yayo está allí, escuchándome y riéndose con todos. Algo no cuadra, él no debería estar allí, pero nadie le da importancia a este hecho, y siguen avasallándome a preguntas. Yaya se levanta y va a la cocina y aprovecho ese intervalo de tiempo para coger la mano de mi madre y preguntarle muy seriamente por qué Yayo está allí. Ella sonríe y se extraña de mi pregunta. Le aprieto la mano más fuerte, quiero que me tome en serio, y ella sigue riendo y desprendiendo felicidad, igual que todos los allí presentes. Yo empiezo a tener miedo y aprieto la mano de mi madre aún más fuerte y le pregunto qué día es. Ella me contesta que es 10 de marzo del 2012 (conscientemente no hubiera sido capaz a responder esa pregunta sin pararme a pensar. Aquí en Mont-de-Marsan nunca sé en qué día vivo). Miro a Yayo, está igual que siempre, incluso más guapo y un poquito más delgado. Me levanto y me echo a los brazos de mi abuelo, el mismo olor, su mismo jersey granate. Le abrazo, le doy besos en el cuello y le digo que le quiero. Él también me dice que me quiere. Poco a poco el abrazo se va desvaneciendo a la vez que yo voy despertando. Abro los ojos, siento frío, mucho frío interior. Me doy cuenta de dónde estoy: en Francia, en mi cama, una calurosa tarde de este invierno. Estallo a llorar, sollozo y tiemblo a la vez. Sigo teniendo mucho frío, pero le he dicho que le quiero.

Bittersweet.

domingo, 12 de febrero de 2012

Decisiones



He tomado 3 decisiones:




      1. El día que me partan el corazón, me tatuaré uno nuevo en el interior del brazo izquierdo, ese nadie lo podrá romper.


      2. Mi viaje de los sueños ya no es Egipto, sino que es el Polo Norte.


      3. El día que tenga un hijo, lo quiero tener en mi casa.




                                           Por: Unalarganochedeinsomnio

viernes, 13 de enero de 2012

El Miedo

Hay veces que lo sufrimos más, otras menos y otras que lo sufrimos y no lo queremos aceptar. Hoy, me apetece explicar uno de mis miedos, no el que una noche de verano me prestaron, ese no, hoy toca otro: el miedo a hacer daño.

Y es que cuando te das cuenta de tu magnitud no puedes evitar pensar en las consecuencias que ese gran don puede acarrear. El miedo, ¡puto miedo! Me paraliza, me congela las venas, el corazón y me transforma en un pequeño ser frio y helador con una coraza casi imposible de romper. Y en el fondo ese miedo es bonito, porque no es más que miedo a dañar, a dañar a los que te importan sin ni siquiera ser consciente de ello. Tiene gracia la cosa, creo que ni aunque me lo propusiera podría ser más mezquina que cuando el miedo se apodera de mi, de mi cuerpo, de mi alma y de mi mente.

Sé que es algo pasajero, sé que algún día él vendrá y se llevará mi miedo muy lejos, y se lo llevará tan tan lejos que cuando quiera recuperarlo no podré, y ya no será el mismo miedo, se habrá convertido en un miedo peor, sinceramente, creo que ese nuevo miedo será mucho peor. 


Pero también pienso que será necesario, como el miedo a hacer daño, LO NECESITO. 

sábado, 3 de diciembre de 2011

Nude


Y sus cuerpos, blancos y desnudos, yacían sobre el suelo. Tiernas caricias descendían por sus pechos, jugando con los pezones, rosados, delicados y duros. Los dedos, sus dedos, suaves y traviesos no dejaban de desplazarse por aquél terso cuerpo, cubierto por la luz tenue de la habitación color salmón.  Sus respiraciones eran acompasadas, profundas, capaces de derretir el más puro cristal en la escena existente. Y así transcurrió la mañana, la tarde y media noche, sin palabras, sin apenas movimientos, sólo miradas y caricias, nada más.